viernes, 21 de marzo de 2008

CONSTRUIR UN EQUIPO GANADOR (2ª parte)

Un segundo factor para la elección de los jugadores ha de ser el deseo de ganar. El deseo de ganar se asemeja mucho al espíritu competitivo. Es importantísimo, desde mi punto de vista, contar con jugadores mentalmente muy fuertes, grandes competidores que no tengan miedo a la victoria ni a la derrota. Éstos son jugadores muy valorados por los jugadores (compañeros y rivales) y por los entrenadores. No hablamos del jugador que va a lanzar el tiro ganador del partido de la final, no. Me refiero a la competitividad a aquel jugador que no se rinde, que en cualquier partido da lo máximo gane o pierda, que juega para ganar, que se enfrenta cara a cara a las adversidades.

Ahora la pregunta que nos haremos todos será ¿Cómo identificar a esos jugadores? Cada entrenador tiene los informes necesarios para fichar o seleccionar a sus jugadores, y tiene sus métodos para hacer de sus jugadores atletas competitivos, pero el carácter del jugador tarde o temprano saldrá a la luz y aquel que no tiene ese espíritu intrínsecamente instaurado en su conducta no lo será a pesar de las derrotas o las victorias. El verdadero jugador competitivo es el que no acepta menos que la victoria, el que no se conforma con anotar 25 tiros libres de 26 intentados, el que llega media hora antes a entrenar, el que se queda a tirar cuando los demás se irán a la ducha, el que estudia a su rival, el que se toma cada ejercicio como un reto, el que ayuda a sus compañeros, el que motiva al resto y el que muchas veces contagia al propio entrenador, el que quiere jugar contra los mejores, el que quiere defender a la estrella, el busca el éxito de equipo antes que la gloria personal… Sobre este jugador o jugadores si tenemos suerte, es sobre el que hay que empezar a construir el equipo. No es nuestro trabajo explicarles por qué hay que ganar, ellos ya lo saben, a ellos hay que ayudarles a conseguirlo, no motivarles, por sí mismos saber eso, por sí mismos están motivados.
A su lado tendremos jugadores con características propias y diferenciales, con sus propias ideas sobre el juego, con su propia personalidad. A la hora de elegir los jugadores debemos estudiar a todos los jugadores muy bien.
En este momento en que el entrenador expone su filosofía de baloncesto, establece las normas de convivencia, va asignando roles y creando estrategias con las características de esos propios jugadores en interacción con el resto de la liga, va determinando los objetivos y diseñando los métodos para lograrlos, etc. Introducir un miembro cuya personalidad se aleje de la idea de grupo, un jugador con mala actitud, es muy peligroso y pone en peligro la dinámica del equipo.

Zeljko Obradovic antes de fichar a Spanoulis y preguntado por un periodista al respecto que decía que si había pensado bien lo que iba a significar que el Panathinaikos fichase a un jugador con tan mala reputación tan mala prensa, dijo: “dadme los mejores jugadores que yo los haré partícipes de las victorias”. Consiguió hacer de un jugador con miras más cercanas a sí mismo que al grupo, un jugador de equipo y precisamente lo consiguió por el espíritu competitivo de los jugadores, incluido Spanoulis, que aunque no iba en principio en la misma dirección que el resto se vio arrastrado hacia esa filosofía de equipo.

Con ello lo que quiero decir es que uno de los aspectos más destacables de un jugador de baloncesto es que tenga este espíritu competitivo, con él, mejorará técnicamente, tácticamente, físicamente, mejorará en su aportación al equipo, mejorará su actitud ante los compañeros y los rivales, mejorará en el trabajo y se convertirá en una pieza importante capaz de asumir el rol que le toque desempeñar.

No hay comentarios: